La moralidad en "Los de Abajo"
Imagen #1
En esta imagen vemos al personaje Manteca, miembro de la banda revolucionaria de Demetrio, vestido con ropas de sacerdote que ha robado (Los de Abajo 00:25:58). Cuando Manteca se pone las vestiduras del sacerdote, no solo se trata de una burla hacia la religión, sino también de un acto estratégico. Al adoptar una apariencia sagrada, Manteca aprovecha la percepción de autoridad moral y espiritual asociada con un sacerdote para intentar desentrañar las verdaderas intenciones de Luis Cervantes. Este acto de «disfrazarse» puede verse como una táctica de engaño para proteger al grupo revolucionario, especialmente a su líder, Demetrio Macías, de posibles traiciones o conspiraciones.
En cuanto a la moralidad de esta situación, al vestirse como sacerdote, Manteca subvierte la figura religiosa, una institución que tradicionalmente se asocia con valores como la verdad, la compasión y la justicia. Este acto puede interpretarse como un comentario crítico sobre cómo, en el contexto revolucionario, la moralidad se vuelve relativa y pragmática, dependiendo de las circunstancias. Por un lado, desde una perspectiva revolucionaria, el engaño de Manteca puede ser justificado como un medio necesario para proteger al grupo, priorizando la seguridad colectiva sobre la adherencia a principios morales absolutos. Por otro lado, desde una perspectiva ética más tradicional, suplantar una figura religiosa puede percibirse como una acción que trasgrede valores espirituales y sociales fundamentales, lo que demuestra un deterioro moral causado por la guerra.
Imagen #2
Esta imagen muestra a dos miembros de la banda de Demetrio jugando a matar durante una de sus batallas con los federales; el objetivo era ver quién podía matar a más federales (Los de Abajo 00:13:31). Como ya se ha mencionado, esto tiene importantes implicaciones morales.
Primeramente, es la idea de la deshumanización del enemigo. Al convertir el asesinato en un juego, los revolucionarios despojan a sus enemigos (los federales) de su humanidad y los reducen a meros objetivos. Esto refleja cómo un conflicto prolongado fomenta la insensibilización a la violencia, donde los límites morales se erosionan y matar se normaliza o incluso se trivializa.
Segundamente, esto podría enmarcarse como la erosión de su responsabilidad moral. Convertirlo en un juego elimina su responsabilidad personal al enmarcar el asesinato como una competición y no como una elección ética. En Los de abajo, las acciones de los revolucionarios pueden racionalizarse como parte de su lucha por la libertad, pero el propio juego pone de relieve una inquietante pérdida de reflexión moral sobre las consecuencias de quitar una vida.
Finalmente, se trata de un comentario sobre la violencia y el poder, ya que el acto de convertir el asesinato en entretenimiento critica la glorificación de la violencia en los relatos revolucionarios y cinematográficos. The Wild Bunch también es un ejemplo de este, pero transmite su crítica a través de la representación de una violencia muy gráfica (e innecesaria). Esta competición de asesinatos subraya la delgada línea que existe entre luchar por la justicia y caer en una brutalidad sin sentido y, en nuestra opinión, sugiere que la búsqueda del poder puede corromper incluso las causas nobles.