Género en "Los de Abajo"
Información histórica sobre el género y las soldaderas durante la Revolución Mexicana
Antes de la revolución, la mayoría de las mujeres mexicanas estaban relegadas a la esfera privada, mientras que los hombres operaban en la esfera pública, y por lo tanto llevaban a cabo sus tareas «dentro del hogar o de la unidad económica familiar» (Deutsch 262, traducción nuestra). Según Sandra McGee Deutsch en su ensayo "Género y cambio sociopolítico en la América Latina del siglo XX", sólo el 8,82 por ciento de las mujeres en 1910 pertenecían a la fuerza laboral, sin embargo, esa estadística excluye el trabajo de las mujeres rurales en los campos junto a sus maridos e hijos (262). Debido a las diferencias financieras y económicas, eran principalmente las mujeres de las clases media y alta las que estaban «consagradas dentro de la esfera doméstica», donde sus tareas se limitaban a «el hogar, la familia, la educación y los quehaceres religiosos» (262, traducción nuestra). En resumen, las mujeres pobres tenían que trabajar junto a sus maridos e hijos para sobrevivir, pero las mujeres de clase media y alta no.
En cuanto a la revolución, al igual que en el caso del movimiento independentista de la Gran Colombia (1780-1830), las mujeres participaron activamente en ella desde el principio (Cherpak 219-221; Deutsch 262). Se desempeñaron como «organizadoras, enfermeras, recaudadoras de fondos, espías, periodistas e incluso combatientes» (Deutsch 262). Sin embargo, las activistas femeninas más recordadas son las soldaderas, que proporcionaban «sustento, atención médica y apoyo emocional a los hombres en el frente» (262, traducción nuestra). Como señala Elizabeth Salas en su libro Soldaderas in the Mexican Military: Myth and History, la distinción entre las soldaderas y las mujeres soldados no siempre fue clara (73). Sin embargo, según Anna Macías, las mujeres soldadas adquirían «cualidades masculinas» como decisión, dominio y coraje y, por otro lado, las soldaderas «se quedaban detrás de las líneas, cocinando y cuidando a sus maridos o amantes» (73, traducción nuestra). Según Salas, los soldados idealizaban a las soldaderas por cumplir múltiples funciones, entre ellas la de madres, guerreras, defensoras y cuidadoras (44). Sin embargo, a pesar de sus contribuciones y sacrificios, los demás las veían con malos ojos. Por ejemplo, los oficiales del ejército las consideraban disruptivas, los habitantes de los pueblos veían su búsqueda de basura como perjudicial y algunos mexicanos las descartaban como prostitutas que «seguirían a los soldados deliberadamente» (44, traducción nuestra). Incluso las mujeres obligadas a servir como soldaderas mediante secuestro o agresión sufrieron daños duraderos a su reputación en sus comunidades.
Imagen #1
En esta escena, los soldados intimidaron a la esposa de Demetrio, ya que mantenían con ella un comportamiento coqueto y sugerente (Los de Abajo 00:04:33). Esta cocinando. Este es un estereotipo de género que asocia el trabajo doméstico exclusivamente con el género femenino, ignorando que los hombres también pueden (y deben) participar en estas tareas.
Imagen #2
En esta imagen, la esposa de Demetrio se encuentra de pie, desamparada, en la entrada de su casa, con su bebé en brazos, mientras observa cómo su marido huye en la noche para luchar contra los federales (Los de Abajo 00:07:05). Por lo tanto, se la relega a la posición de madre y esposa. Esto refuerza las estructuras de poder patriarcales tradicionales y la alinea con las expectativas sociales sobre el comportamiento de las mujeres (normas de género) en las que las mujeres deben encargarse de criar a sus hijos (roles de género).
Además, el hecho de que no se nombre a la esposa de Demetrio es significativo. La ausencia de un nombre reduce a la esposa de Demetrio a un papel más que a un personaje completo, simbolizando cómo las identidades individuales de las mujeres eran a menudo pasadas por alto o consideradas sin importancia en las sociedades patriarcales. Se la define exclusivamente por su relación con Demetrio (como esposa y madre de su hijo), lo que refleja las expectativas tradicionales de que las mujeres estén al servicio de los hombres y sus familias.
Imagen #3
Como se mencionó anteriormente, los soldados intimidaron a la esposa de Demetrio, ya que mantenían con ella un comportamiento coqueto y sugerente (Los de Abajo 00:04:33). Así que, cuando Demetrio entró en la habitación, ella corrió a esconderse detrás de él (00:05:44), lo que la representa como una damisela en apuros que necesita la ayuda y la protección de un hombre. Esto perpetúa los estereotipos de género tradicionales en los que se percibe a la mujer como pasiva, dependiente y necesitada de protección. También perpetúa la expectativa de que la mujer debe ocupar un papel sumiso.
Imagen #4
El doble rasero refleja las expectativas (normas) sociales que tratan de forma diferente a hombres y mujeres por comportamientos similares. Esta imagen nos muestra un ejemplo de cómo se trataba a los hombres de forma diferente en materia de sexualidad a principios del siglo XX. Aquí Demetrio coquetea con Camila, una joven que le atiende mientras está herido, mientras él tiene mujer y bebé (Los de Abajo 00:22:29). La expectativa de que las mujeres deben permanecer leales y monógamas contrasta con la indulgencia concedida a los hombres por comportamientos similares o peores.
Imagen #5
La Pintada es una mujer fuerte y descarada que se une al grupo de Demetrio, que se destaca por su comportamiento extravagante y su falta de respeto por las normas tradicionales de género. Es una revolucionaria activa. En esta imagen lleva bandoleras (Los de Abajo 00:57:29), que son cartucheras tradicionales utilizadas por los revolucionarios para transportar munición. Esto refuerza su aspecto militarista y rebelde y sus «cualidades masculinas» como decisión, dominio y coraje (Macías 73, traducción nuestra).
Además, como es una mujer soldada, técnicamente actúa fuera de los roles de género aceptados en su sociedad. Como se mencionó anteriormente, las soldaderas y las mujeres soldadas ya tenían problemas con la opinión que los demás tenían de ellas durante la revolución. Después de la revolución, según la Library of Congress, la población en general perdió rápidamente el respeto que tenía por las mujeres miembros del ejército y las seguidoras de los campamentos (entrada 4). Al parecer, el nuevo gobierno también «volvió a enfatizar que las soldaderas sólo cumplían funciones domésticas durante la batalla» y no actuaban como soldados activos en la revolución (entrada 4, traducción nuestra). La razón de esto es que permitió al gobierno reducir la «cantidad ya insignificante de ayuda» otorgada a las veteranas, por lo que sólo una pequeña cantidad de dinero se asignaría a las parientes femeninas de los soldados varones que habían muerto en batalla (entrada 4, traducción nuestra). En nuestra opinión, la elección de Carranza no sólo tuvo una base financiera, sino que también fue un intento de borrar del registro histórico el papel desempeñado por las mujeres revolucionarias. A lo largo de la historia, las mujeres que desafiaron las normas de género y participaron en movimientos revolucionarios han sido a menudo marginadas o borradas de los registros históricos. Para nosotras, esto demuestra un patrón de supresión deliberada con el objetivo de mantener las estructuras de poder patriarcales. Por ejemplo, en el contexto del movimiento de independencia de Gran Colombia, según Vicente Rocafuerte, las «señoras principales» fueron una amenaza para el orden público (Hennes 101), y la forma habitual de tratar con ellas era exiliarlas. Este ejemplo en particular está más relacionado con Manuela Sáenz y su exilio, sin embargo, creemos que la teoría todavía se aplica a esta situación. Aquellos con poder político y el deseo de mantener estructuras de poder patriarcales intentarán suprimir, o simplemente ignorar, la evidencia de mujeres que trabajan y viven con éxito fuera de las normas y roles de género aceptados.
Imagen #6
En Los de Abajo, La Pintada llega durante la escena de la cena (01:04:29). En este punto, se establece como un personaje audaz y franco—mostrando su naturaleza combativa y provocativa—al entablar bromas con el grupo. Muestra rasgos típicos de las mujeres soldadas que participaron activamente en la Revolución Mexicana, en particular, muestra «cualidades masculinas» como su franqueza (Macías 73, traducción nuestra). Su diálogo incluye comentarios burlones y alardes sobre sus capacidades, lo que refleja su desafío a los roles de género tradicionales de la época. Esta escena la ejemplifica como un personaje que desafía las normas sociales al hacer valer su poder entre los revolucionarios, lo que contrasta fuertemente con otros personajes femeninos, como Camila y la esposa de Demetrio, que son retratadas en papeles más sumisos.
Creemos, y Macías lo afirma, que La Pintada es un ejemplo perfecto de una de las mujeres soldadas, alguien que, como describe Macías, estaba «ya endurecida por una vida de miseria y degradación antes de la Revolución» y «se volvió vengativa y sádica durante la lucha» (73, traducción nuestra). Tal como lo menciona Macías, esto se ajusta a la descripción que hizo R. H. Mason, en 1849, de las mujeres mexicanas entre los pobres desempleados en los centros urbanos, en la que señaló que «la vida de una mujer de esta clase es miserable y degradada en extremo; están acostumbradas a peleas y guerras, y tienen el hábito de llevar consigo cuchillos ocultos como algo habitual» (Mason 62, traducción nuestra; Macías 73). La Pintada definitivamente lleva armas.